miércoles, enero 16, 2008

A pagarlas una a una

Venia de un viaje presidencial, de esos que son buenos porque son totalmente becados. Supongo que eran las siete de la mañana, -lo digo porque el alba comenzaba a dar avisos de llegada; era un diciembre caliente, de esos tranquilos, sin fuegos artificiales, ni tapones, ni doble sueldo, ni na.

Era ya el tercer diciembre consecutivo que tenia esas mismas características; recuerdo que el primero, en el año 2023, fue traumático, inclusive para los que siempre habían aspirado un diciembre que no fuera diciembre.

Mi mujer, cuatro meses después no se recuperaba de la vomitada que dio en el crucero que nos regalamos por motivo de nuestro 20 aniversario. Pero bueno; decía que estaba entrando a mi casa, a eso de las siete de la mañana de regreso de un vuelo cansón cuando me percate que en la esquina próxima a mi casa, se estaba desmontando una joven monumental, de aspecto idilico y caminar de diosa.

Gracias al caluroso diciembre que hacia, incluso a esa hora de la mañanita, pude ver, incluso desde lejos, la gracia del ombliguito de esa joven, que exhibia sin reparo y pomposo orgullo, pero todo esto fue antes de ver como esa joven se despedia con un largoooooo y saliboso beso del joven galán que la dejo varada en aquella esquina.

De repente, cuando me disponia a entrar a mi casa, veo que la joven, haciendo uso de un caminar apresurado, se va dirigiendo a mi casa, y desde lo lejos, me venia saludando con expresión de amor.

Que raro –me dije- esa jeva saludándome a mí, ¿Quién será? Súbitamente y sin aviso, sentí una sensación de frio que nada se correspondia con la temperatura exterior.

Pensando o mejor dicho, queriendo pensar que era un espejimos, doble la vista y procedí abrir la puerta, respirando a tal velocidad que pareciera que estaba con contracciones de parto, y rogando a Dios, a Jesús, a la Virgen y la recua de santos que existen, que todo lo que acabada de ver sea por efecto del jet lag.

Para auto aliviarme, recuerdo que esas oraciones las acompañe de un ejercicio de autocontrol diciéndome: Javier, tranquilo, tu eres un tipo liberal, moderno, esas son cosas normales, tu fuiste joven y cuantas más mierda de esas que nunca te llegas a tragar.


Cuando finalmente llegué a la puerta de mi casa, mientras ponía la llave en la cerradura, sentí por detrás un abrazo cariñoso, y una vocecita dulce que ya había oído antes muchas veces, que me dijo: “!Llegaste pá!”.

Justo ahí me levante sobresaltado de la pesadilla que acababa de tener con una terrible acidéz en la barriga por la hartura de puerco y pasteles de hojas de la noche anterior. Sigilosamente y todavía con el corazón inquieto, fui a ver si Mila Isabel; por suerte seguía teniendo 10 meses, y seguia acurrucadita en su cunita.

Fui a la cocina a tomarme un te de manzanilla y anís para calmar mi estómago y poder seguir durmiendo, deseoso de no seguir soñando por esa noche.




1 Comentarios:

A la/s 6:59 a. m., Blogger Miguel H Mercado dijo...

Sumamente creativa forma de escribir que tienes. Veo que después de su llegada no haz podido escribir más en tu blog. Cambia la vida totalmente. Ha llegado una de las oportunidades más grandes de la vida, ser padre.
Animo!

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal