viernes, enero 12, 2007

Educación y Desarrollo Económico


La educación constituye uno de los elementos crítico utilizado para promover el desarrollo en un país. A través de ésta se acumula la sapiencia; es idónea para la innovación; es un elemento necesario para maniobrar la incertidumbre de un presente que insiste en hacer del futuro un espacio claroscuro; es además la llave de la libertad del individuo. Existe un amplio consenso en reconocer como bueno y valido, que el nivel general de educación de un pueblo causa determinismo en la capacidad de involucrarse en el desarrollo y el crecimiento económico.

En el caso particular de la República Dominicana, la educación tradicionalmente ha sido un tema que los políticos procuran incluir en sus demagogas peroraciones, en lugar de buscar solución a la ecuación que impide conexión y armonía al binomio educación – desarrollo económico.

Las perspectivas que se han planteado en ocasiones con extrema facilidad en el sector de la educación, tanto a corto, mediano y/o largo plazo, divisan en su interior una recurrente omisión por los titulares encargados de inyectar con cátedras el néctar de la enseñanza. En la educación no puede haber acceso restringido o limitado.

Esto ha sido el cuello de botella del despegue de la República Dominicana, y nunca por el contrario, ha ocupado el punto clave en la política de desarrollo de nuestro país.

El despecho que históricamente se ha manifestado en el estratégico sector de la educación, vive día a día procurando insistentemente eliminar la negación de una posibilidad que se le brinda a la populosa concentración de niños y jóvenes dominicanos, de un justo avance y un mejor situado nivel de vida que, el que penosamente nos ha acompañado fielmente llegando inclusive a formar parte de las pautas de nuestra autentica vernáculidad, gracias a la expresión de los longevos fallos que deriva la mala concepción en la formulación de estrategias al desarrollo social y económico del país.

Empero, los fallos que impide que podamos percibir conectividad o alta correlación entre la educación y el desarrollo económico, radican en dos puntos: mala distribución de los recursos disponibles y falta de incentivos.

Ver en la prensa como el “futuro del país” se educa en un ambiente inhóspito donde el suelo hace de pupitre; donde el profesor sabe igual o menos que el propio alumno, y donde las escuelas no tienen pizarras, es sin duda, una clara manifestación que vamos por mal camino. Así se propicia una justificada sospecha de que no se establecen prioridades en la asignación de estos recursos.

Pero donde realmente se necesita poner una acentuada atención es a la falta de incentivos. De que sirve que el Estado crea un marco legal y las condiciones necesarias para “forzar” a la niñez y la juventud dominicana a ir a las escuelas y las universidades. Esto no cambia para nada los incentivos que psicológicamente demanda un ser humano. Estos incentivos deben estar presentes y al alcance de la colectiva estudiantil.

Forzar a la capacitación y formar capital humano altamente cualificables en un país donde la única actividad rentable es el cabildeo de favores ante los Gobiernos, sin duda alguna no servirá de mucho.

La educación es un prerrequisito para acceder a la tecnología, y esta a su vez es necesaria para promover el desarrollo y el crecimiento económico. El inconveniente se presenta cuando se forma un capital humano en nuevas tecnologías, y luego este no tiene donde aplicarla. Con esto, no solo se provoca un estancamiento en el crecimiento económico, sino que incentiva la fuga de cerebro.

Educar por educar, sirve de poco; por el contrario, educar para el desarrollo es necesario, pero implica un rediseño profundo en la estructura de pensamiento de nuestros líderes. La educación no es política, es futuro.
El Autor es Master en Finanzas (MMF), Master en Gestión Contable (MCF), Master in Business Administration (MBA) y Doctorando en Economía y Relaciones Internacionales (actual Ph.D).