jueves, agosto 24, 2006

Marina de Guerra Dominicana y Nuevo Orden Mundial

Una vez se levantó acta de defunción a la Guerra Fría, la interdependencia económica patrocinada y escenificada en tres bloques regionales (NAFTA, EEUU y la Asociación Asiática y sus Tigres y Dragones) como producto de la globalización, ha insistido en protagonizar la configuración de un Nuevo Orden Mundial. El modelo seguido por la mayoría de los países desarrollados, y por los que están en vías de desarrollo, incluida la República Dominicana, es a través del llamado Libre Comercio. Este modelo conlleva la tendencia a la reorientación de los sistemas económicos hacia una creciente apertura al intercambio comercial internacional, en donde la vía marítima, es la clave de este intercambio.
Las actividades de explotación y exploración de los recursos naturales del suelo se hacen con el propósito de obtener el conjunto de energía primarias: carbón., petróleo y gas, actividades estas que configuran la producción. Una producción que no está nivelada con el consumo o demanda que están requiriendo las grandes economías desarrolladas, y las que emergen vigorosamente como China. El panorama deficitario de estos suelos, plantea en ese sentido buscar nuevas fuentes para compensar la “amortización” de estos suelos o más bien para compensar la reducción en los niveles de reservas.
Los fondos marinos se perfilan como la salida de emergencia ante el déficit de los suelos que, tradicionalmente han contado con las mejores y/o únicas dotaciones de crudo o gas (caso Mar Caspio). Las comprobaciones de existencia de cantidades inusitadas de petróleo en suelos marinos, redirecciona vertiginosamente el interés de los poderosos del mundo, al tratarse de la vacuna que provee longevidad y afianza aún más su ya desarrollado músculo económico.

La globalización de los procesos económicos, traerá junto al pronóstico de un aumento considerable del tráfico marítimo, que desde ya se presume válido, una actividad creciente para obtener recursos de subsistencia del medio marino. Estas circunstancias de llevarse a cabo revalidarían la Teoría sobre el Poder Naval del Almirante Alfred T. Mahan: “quién domine el mar, dominará el comercio; quién domine el comercio, dominará el mundo”, De ahí, y por las nuevas circunstancias que dan configuración a un Nuevo Orden Mundial, el mar está llamado a permanecer como gran objetivo estratégico y económico.
Dentro del marco que expongo, se visualizan por lo tanto, la protección del propio espacio marítimo, y la custodia de rutas comerciales marítimas, como preocupaciones de alta prioridad para los Estados que estén catalogados como Marítimos; y para aquellos que no son considerados marítimos, la acción a seguir será la de aprovecharse de estos recursos, a través de la vinculación con algunos que se ufanen de su posición geográfica o bien, simplemente, a través de una ofensiva económica que implique una invasión comercial hacia los mercados extranjeros.
Sin duda, que aunque las tesis del Nuevo Orden Mundial vaticinan el cese al fuego entre las democracias, es prudente considerar que bajo este nuevo esquema se pueden articular nuevas maniobras bélicas para disuadir, contener o simplemente abatir a las nuevas amenazas que vienen integradas en la nueva modalidad mundial. Hoy día, procuro sacar a relucir si la República Dominicana, por su característica insular y su posición oceanográfica estaría llamada a formar parte del conjunto de Estados Marítimos, que vienen articulando exitosamente Políticas de Seguridad y Defensa Nacional, a través de sus herramientas navales.
Mientras la respuesta llega, se hace acuciante preparar nuestra Marina de Guerra para combatir las amenazas que presentan sus credenciales al país. Por ejemplo, el narcotráfico y el terrorismo han sido fichados por la comunidad internacional como las principales amenazas que tienen capacidad de alterar el status quo de una sociedad en particular; como elementos patognomónicos de hacer evolucionar a los países en un contexto enfermizo y con fallas; con descomposiciones sociales; con ideologías y estructuras de pensamientos diametralmente opuestas o antagónicas; como germen beligeno capaz de hacer de la paz algo intermitente.
La vinculación que se les atribuye como forma de suscitir, de adquirir personalidad propia y capacidad operativa con impacto mediático, ha sido la estrategia surgida de esta fusión, motivado en cierto grado por el desamparo de algunos Estados que patrocinaban estas actividades. El camino recomendado es la adecuada preparación de este sección militar naval a niveles jamás soñados.
La influencia del entorno se presenta como una oportunidad para evolucionar nuestro cuerpo naval armado, sin duda, la explenditud de las maniobras (operativas, disuasivas y represivas) en alta mar deberá ser una característica del cuerpo de oficiales navales y de nuestra flota. La conformación del escuadrón naval aéreo, y la posterior adquisición de sendos helicópteros, hacen justa referencia de que el camino es el correcto. Con esta nueva unidad naval aérea, se esculpe aún más a una Marina de Guerra con futura capacidad de establecer maniobras y operaciones conjuntas (mar y aire) con su propio personal.
Es justamente bajo este nuevo esquema militar, que la Marina de Guerra Dominicana, como parte constitutiva esencial de las Fuerzas Armadas del país, deberá entregar una vez más su decisivo aporte para respaldar cualquier tipo de Política de Seguridad y Defensa Nacional, y mantener custodiados los intereses de la nación. Bajo este contexto, y despejado de duda alguna, la Marina de Guerra se verá forzada a ampliar su radio de acción y reconocer, que además de sus tradicionales roles, se suman otros que pondrán constantemente a prueba su capacidad y su ganado lema de profesión honorable.


*El Autor es Master en Finanzas (MMF), Master en Gestión Contable (MCF), Master in Business Administration (MBA) y Doctorando en Economía y Relaciones Internacionales (actual Ph.D).